Hoy a lo largo de tu día generarás varios tipos de desechos. Esa “basura” llegará al vertedero municipal y ahí permanecerá por años. Así es como tradicionalmente se opera. ¿Pero hay alguna otra alternativa? ¿Existe un manejo adecuado de residuos sólidos urbanos? Claro, existen maneras de sacar provecho de ellos. Para ello, primero debemos de entender cómo se componen los residuos que se generan.
Composición de los residuos
El 50% del residuo sólido urbano, proviene en general de materia orgánica. Por lo que su contenido de humedad es alto. Los residuos orgánicos son naturalmente húmedos, lo cual hace que su poder calorífico sea bajo de manera comparativa con otros materiales.
El 30% consiste en una mezcla de materiales con baja humedad y por ende buen poder calorífico. Si de este segmento se cuida su contenido, se puede procesar para usarse como combustible alterno derivado de residuos (CDR) y ser aprovechado en procesos de cogeneración.
El 10% son reciclables con valor. Es decir, son residuos comercializables de los cuales hay mayor cantidad, pero no hay un mercado rentable para su extracción, procesamiento y comercialización, por lo que va a relleno sanitario.
El material restante, un 10% aproximadamente, es inerte y sin valor comercial, por lo que termina en rellenos sanitarios.
En conclusión, salvo que la parte orgánica tenga un destino definido, solo el 40% del total de los residuos tiene un objetivo claro y un posible mercado donde comercializarlos.
¿Qué hacer con los residuos orgánicos?
Existen diversas alternativas. El compostaje es una de ellas si estás en un área agrícola, pero representa, en el mejor de los casos, un 10% total y hay que venderlo. El resto del material, resulta inerte y por lo tanto no dañino, pero requiere almacenarse y encontrarle uso.
Otra opción es la biodigestión, con la cual se obtiene una fuente alternativa de energía que se obtiene de los desechos orgánicos. Sin embargo, una vez que la energía ha sido generada, el producto procesado sigue existiendo sin valor alguno como material. Es decir, el problema subsiste pues se debe disponer de alguna manera de dicha materia. ¿Podría ser un fertilizante? Quizá… pero nuevamente, darle ese destino es viable solo en áreas agrícolas y finalmente los problemas de espacio subsisten.
Pero un momento, ¿al ser orgánica esta porción de los desechos, no es también un combustible? Claro, si lo secamos para asegurar la humedad adecuada, lo es. Es decir, podríamos tener 30% de CDR y 50% de combustible orgánico? ¡Por supuesto que sí! Pero para ello, estos sólidos orgánicos con los que contamos deben ser procesados. Debes tomar en cuenta que al bajar la humedad terminaremos con un 65% aproximadamente de la entrada original, mientras que el resto se habrá evaporado. Ahora bien, si le sumamos los reciclables (10%), tenemos en control del 85% de la entrada inicial y un 65% produciendo beneficios. ¡Mucho mejor que hoy en día!
La energía a partir de combustibles orgánicos
Muy bien, entonces si ya tenemos combustibles, ¿qué hacemos con ellos? ¡Energía!
En este punto, los fletes juegan un rol clave pues estamos hablando de mover toneladas de residuos para que sean procesados, y eso, económicamente cuesta. Por lo tanto, en primera instancia lo deseable sería procesar los residuos orgánicos directamente en el mismo lugar en energía, evitando así el costo de traslados. De esa forma, llegamos a la conclusión de que una valorización energética parece lo correcto pues matamos dos pájaros de un tiro: 1) acabamos con los residuos en una alta proporción y 2) los convertimos en energía, ya sea térmica o eléctrica. Es decir, con los residuos orgánicos podemos producir calor o frío, o bien, generar electricidad.
Esta alternativa nos provee de dos beneficios invaluables que hacen que cobre sentido el esfuerzo de cambiar los paradigmas actuales:
- Fuente permanente e inagotable de materia prima. Los desechos se generan todos los días en todas las ciudades en cantidad importante.
- La producción es continua, y por lo tanto gestionable y sin intermitencia.
En resumen, cumple con las condiciones idóneas de generación energética.
Los mitos y paradigmas a romper
La pregunta que debemos hacernos entonces es ¿por qué si sabemos que podemos obtener productos útiles y beneficios para todos a partir de nuestros desechos urbanos, nos empeñamos en enterrarlos sin ningún beneficio en rellenos sanitarios? He aquí donde encontramos la necesidad de cambio de paradigmas. Y por qué no, también retar fuertemente la nueva postura, ¿por qué proponemos valorizar residuos si, por el contrario, podemos enterrarlos dentro del marco legal como siempre lo hemos hecho?
Hoy las sociedades que valorizan sus desechos, no se quejan del resultado, al contrario son frecuentemente presentadas como ejemplos de evolución y desarrollo social, económico y tecnológico.
Las creencias que surgen como respuestas a estas preguntas, son varias:
- “Es más barato enterrar”
- “La tecnología no garantiza éxito ecológico, ¡contamina!”
- “La inversión es inmanejable!”
- “¡Quién se beneficia!”
- “No ha funcionado”
E incluso:
- “Mejor lleva los desechos sólidos lejos de la ciudad, donde no se vea y sigamos adelante con nuestras vidas como siempre!”
- La ley lo aprueba, ¿para qué complicarnos la vida?
Veamos lo que el mundo ha hecho y que ha obtenido de sus respuestas y adoptemos las que funcionan y producen resultados, aprendamos de la experiencia… Hoy las sociedades que valorizan sus desechos, no se quejan del resultado, al contrario son frecuentemente presentadas como ejemplos de evolución y desarrollo social, económico y tecnológico. Con la valorización energética no estamos inventando nada del otro mundo, sino que simplemente le estamos dando respuestas parecidas a las necesidades iguales que comparten las diferentes sociedades.
Conclusión
En conclusión, podemos seguir gastando nuestro dinero como sociedad pagando por enterrar nuestros desechos urbanos y obteniendo sus negativas consecuencias o por el contrario, participar en un nuevo modelo de manejo de los residuos, en que nuestro dinero produzca beneficios para todos y se convierta en una inversión.
Lo que es cierto es que no hay nada gratis. Se requiere invertir y gastar en la operación para lograr soluciones y beneficios como sociedad, pero aquí tenemos una situación en que se nos presenta un ganar-ganar.
Lo que es cierto es que no hay nada gratis. Se requiere invertir y gastar en la operación para lograr soluciones y beneficios como sociedad, pero aquí tenemos una situación en que se nos presenta un ganar-ganar: se evitan daños al medio ambiente y se generan productos útiles y necesarios, se inverte en donde de todas maneras habrá que hacerlo, la diferencia es que haciéndolo bien desde un inicio se cosecharán los beneficios que ya analizamos, en vez de tener que pagar por remediar las consecuencias de no haberlo hacerlo cuando era oportuno.
Así que… qué dices, ¿vale la pena el cambio?